martes, 14 de agosto de 2012

TEORÍA PARA 2º BACHILLER. LA LÍRICA

CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO LÍRICO
El género lírico es la interpretación que el poeta ofrece sobre el hombre y sobre el mundo, que se reduce a vivencias mínimas interiorizadas (sentimiento, emoción, reflexión). Es una visión del mundo fuertemente subjetiva. El nombre de poesía lírica proviene de Grecia, donde era cantada al son de la lira. La lírica más culta fue perdiendo su carácter musical y quedó reservada a la lectura y recitación.
La lírica puede manifestarse tanto en prosa como en verso y presenta unas
características propias tanto en su contenido como en su forma: Un contenido sentimental que se centra en el mundo afectivo del emisor, con la presencia de un yo que expresa su sentir ante las cosas y, a veces, de un tú o confidente con el que se comparten los sentimientos. Un lenguaje poético con abundantes recursos expresivos -estudiados por la Retórica-, que no son mero adorno, sino la forma de intensificar lo expresado y de llamar la atención sobre el mensaje mismo (función poética del lenguaje). Las figuras retóricas se suelen agrupar en: a) Figuras poéticas del nivel fónico (exploran las posibilidades fónicas de las palabras jugando con los sonidos de su pronunciación):
 aliteración (llamativa repetición de un sonido en un verso o estrofa).
 onomatopeya (imitación de sonidos de la realidad)…
b) Figuras poéticas del nivel morfosintáctico (afectan a la forma y posición de las palabras dentro de la construcción oracional):
 pleonasmo (redundancia emotiva pero innecesaria).
 polisíndeton (exceso de conjunciones innecesarias).
 asíndeton (supresión de conjunción necesaria).
 hipérbaton (desorden de las palabras de una oración).
 anáfora (dos o más versos empiezan con la/s misma/s palabra/s).
 epífora (dos o más versos terminan con la/s misma/s palabra/s).
 paralelismo (dos o más versos coinciden en su estructura sintáctica)…
c) Figuras poéticas del nivel semántico (se basan en el significado de las palabras):
 hipérbole (exageración de la realidad).
 símil o comparación (se identifican dos realidades mediante una partícula comparativa)…
 También pertenecen a este grupo los tropos (recursos que establecen un cambio de significado en las palabras). Los más importantes son la metáfora, la alegoría, la metonimia, el símbolo...
El contenido emotivo y el lenguaje poético se potencian en el verso con el ritmo y la musicalidad de las estructuras métricas. En cuanto a la métrica se refiere, hay que tener en cuenta numerosos aspectos del verso (unidad rítmica menor que hay en un poema), como los siguientes: El acento: la distribución, en el verso, de las sílabas tónicas o acentuadas. La rima: repetición de sonidos desde la última vocal acentuada.  Consonante: si se repiten vocales y consonantes (estrecho, helecho, lecho, cohecho….
 Asonante: solo las vocales (cantan, escuadra, sabia, cárdena….
 En eco: se repite la rima en el mismo verso o dentro del siguiente.
El número de sílabas (endecasílabos, alejandrinos…: los versos pueden ser simples (de dos hasta once sílabas) o compuestos (de doce en adelante) y de arte menor (hasta ocho sílabas) o arte mayor (de nueve en adelante). Además, los versos acabados en palabra aguda añaden una sílaba, restan una si terminan en palabra esdrújula y si acaban en palabra llana el número de sílabas no varía. Las pausas (las propias de los signos de puntuación, la cesura en los versos compuestos, la pausa versal al final de cada verso, la pausa estrófica). Estos elementos definen la intensidad, el timbre, la cantidad y el tono del verso, respectivamente.
Los versos se agrupan formando estrofas y poemas que pueden presentar esquemas métricos tomados por el poeta de la tradición o creados por él mismo:
Estrofas: desde dos versos (pareado), o tres (terceto, tercerilla, soledad), o cuatro (cuaderna vía, cuarteto, serventesio, redondilla, cuarteta, copla), etc., hasta de diez versos (décima, copla real). Poemas estróficos: villancico, letrilla, zéjel, soneto. Poemas no estróficos: romance, silva, poema de versos sueltos o de verso libre. El género lírico ha presentado diferentes formas o
subgéneros tanto en su vertiente culta como popular. Por ejemplo: Oda: poema de tono elevado y solemne. Elegía: poema que expresa sentimientos de dolor ante determinadas circunstancias personales o colectivas. Canción: poema fundamentalmente amoroso concebido para ser cantado. Égloga: poema cuyos protagonistas son idealizados pastores que expresan su amor en una naturaleza idílica. Epístola: poema en forma de carta.

LA LÍRICA ESPAÑOLA ANTERIOR A 1939 (1ER TERCIO S. XX)
1. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98 La pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en el desastre de 1898, se convirtió en una llamada de atención a intelectuales y políticos españoles que no habían sido conscientes de la crisis por la que atravesaba el país. España, con la Monarquía parlamentaria de Alfonso XIII (1902-1931), entró en el siglo XX como una nación en decadencia y con graves problemas en todos los órdenes: crisis económica, atraso en la ciencia y en la industria, pobreza y desigualdades sociales, revueltas obreras, tensiones políticas, la infructuosa guerra de Marruecos, la "semana trágica de Barcelona" de 1909...
En el ámbito literario, al principio, se llamó
MODERNISTAS a todos los escritores que tenían impulsos estéticos y artísticos innovadores. Posteriormente se reservó este término para quienes se preocupaban especialmente por la estética y adoptaban una postura escapista y de evasión de la realidad cotidiana. El poeta pionero y más representativo de este movimiento fue el nicaragüense
Rubén Darío, el primer escritor hispanoamericano que influyó en la literatura española, con originales libros de inspiración francesa como Azul (1888), Prosas profanas (1896), o el más intimista y personal Cantos de vida y esperanza (1905). En el modernismo español destacaron Manuel Machado, Francisco Villaespesa y, sobre todo, los comienzos poéticos de grandes autores como Antonio Machado, Valle Inclán o el novecentista Juan Ramón Jiménez. Los dos grandes temas modernistas:
 • El mundo sensorial (por influencia del parnasianismo francés de Gautier): mediante la evocación de todo tipo de sensaciones, se recrean ambientes exquisitos y extraños. Son frecuentes princesas, tesoros, salones versallescos; jardines maravillosos con sus estanques, sus cisnes; la mitología grecolatina, germánica y de otros pueblos; colores, sonidos, aromas...
 El mundo interior (por influencia del simbolismo francés de Rimbaud, Verlaine y Mallarmé): todo lo concerniente a la intimidad, a veces vitalista y sensual, y otras veces marcada por la tristeza, la melancolía y la nostalgia. Y se reservó el término de GENERACIÓN DEL 98 para los que adoptaban una actitud de reflexión y de crítica ante la situación política, social y económica de España; pretendían con sus obras calar en la conciencia de sus conciudadanos e influir en la realidad social española. Destacaron el poeta Antonio Machado en su madurez de Campos de Castilla, y los narradores Unamuno, ‘Azorín’, Baroja o Valle Inclán. Los principales
temas del 98:
El tema de España: las tierras de España que recorren y describen (sobre todo el paisaje castellano cuya belleza descubren), y la historia de España, en especial lo que Unamuno llamó la "intrahistoria". Ven en Castilla (antimercantil, austera y espiritual) el alma de España.
Preocupaciones existenciales: se interrogan sobre el sentido de la existencia humana, el paso del tiempo, la muerte.
ANTONIO MACHADO (1875-1939) En su obra poética, se observa una evolución desde el modernismo de los primeros libros hacia una depuración formal en busca de la palabra sencilla y verdadera.
1) Etapa modernista de Soledades, galerías y otros poemas (1903-1907)
. Está dentro del Modernismo intimista (expresión de sus emociones). Le interesa expresar el amor, el paso del tiempo, la conciencia de la muerte, Dios... Es una poesía simbolista: la tarde, el camino, el río, un árbol son símbolos de realidades profundas, de estados de ánimo o de obsesiones íntimas.

2) Etapa noventayochista de Campos de Castilla (1912-1917). Es una reflexión sobre la realidad de España, sus tierras y sus gentes. Hay una actitud crítica que da testimonio del atraso y la pobreza, y de las desigualdades e injusticias. Incluye también una serie de poemas referidos a su amada Leonor y una parte de proverbios y cantares.
3) Etapa de inquietud filosófica: a medida que va disminuyendo su inspiración poética, las preocupaciones y reflexiones filosóficas centran cada vez más su interés en poemas y otros textos en prosa en los que se funden el subjetivismo y el objetivismo. Está representada por Nuevas canciones (1924, con poemas desde 1917 a los que irá añadiendo otros hasta 1930) y sus últimos poemas, que aparecen agrupados en diversos conjuntos poéticos: Los complementarios, y los Cancionero(s) apócrifo(s) de Abel Martín y de Juan de Mairena.
2. NOVECENTISMO O GENERACIÓN DEL 14 Es el movimiento cultural español característico de la segunda década del siglo XX. La decadencia del Modernismo es evidente y las nuevas tendencias literarias preconizan una literatura diferente. Lo significativo de la fecha de 1914 −comienzo de la Primera Guerra Mundial y aparición de la "Liga de Educación Política", de la que forman parte intelectuales como Ortega y Gasset, Manuel Azaña, Américo Castro, etc.− ha hecho que a los novecentistas se les suela denominar también con el nombre de "generación del 14", cuyos rasgos estéticos más importantes son:
Racionalismo: se concede gran importancia al rigor intelectual y a la claridad expositiva.
Antirromanticismo: se rechaza lo sentimental y lo pasional y se prefiere lo clásico y las actitudes equilibradas y serenas.
Defensa del "arte puro": El arte sólo debe proporcionar placer estético, sin ser vehículo de preocupaciones religiosas, o políticas. Ortega en su ensayo La deshumanización del arte decía: "el poeta empieza donde el hombre acaba".
Aristocratismo intelectual. El arte y, en consecuencia, la literatura estará concebida para minorías selectas (para la "inmensa minoría", en expresión de Juan Ramón Jiménez).
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958) Premio Nobel en 1956, la poesía de Juan Ramón es, en palabras del propio poeta, una poesía en sucesión, una obra en marcha. La necesidad de ofrecer una muestra general del estado de su Obra llevó al poeta a realizar varias antologías de la misma. El propio poeta establecía en sus últimos años tres etapas en su producción:
ETAPA SENSITIVA (1898-1915). Comienza con una poesía neorromántica con clara influencia de Bécquer y el Simbolismo francés, más o menos hasta 1907, y concluye con una poesía modernista de influencia parnasiana. En ambos casos, se trata de una poesía emotiva y sentimental que pretende la búsqueda de la belleza: Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), La Soledad Sonora (1911), Platero y yo (prosa poética, 1914) y Estío (1915), entre otros.
ETAPA INTELECTUAL (1916-1936). Esta etapa viene marcada por la publicación en 1916 de Diario de un poeta recién casado, que rompe definitivamente con el
Modernismo y abre la poesía española a la poesía pura (expresión de la experiencia sin ropajes retóricos y alejamiento de la cotidianeidad humana) y a las innovaciones vanguardistas. A través de la poesía es posible una búsqueda del conocimiento, una nueva inteligencia que le permita acceder a la esencia profunda de las cosas.
ETAPA ÚLTIMA o VERDADERA (1937-1958). Incluye todo lo escrito durante su exilio americano. Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia por la trascendencia, en su incesante búsqueda de la eternidad, lo lleva a identificarse con Dios como parte de ese todo universal. Destacan En el otro costado (1936-42) y Dios deseado y deseante (1948-49).
3. EL VANGUARDISMO. LA GENERACIÓN DEL 27 Las revueltas sociales, los conflictos regionales y el fracaso en la guerra de Marruecos propiciaron que en 1923 se produjera un golpe de Estado y comenzara la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Aunque en esos años hubo algunos logros económicos, la supresión del régimen constitucional no hizo sino agravar la crisis española. El propio dictador tuvo que dimitir y el rey encargó la formación de un nuevo gobierno, también de carácter militar.
La victoria de los partidos republicanos en las elecciones municipales de 1931 fuerza al rey a exiliarse y se proclama la II República (1931-1936) con una nueva Constitución. Sin embargo, continuaron las grandes dificultades: la total oposición de la Iglesia al laicismo impuesto por el régimen republicano, el anticlericalismo de diversos sectores políticos y sociales, el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo en 1932, la revolución de Asturias en 1934, o la sublevación militar que desencadena la traumática Guerra Civil (1936-1939).
El
VANGUARDISMO ESPAÑOL (1918-1936) es un amplio movimiento cuyo máximo representante y creador es Ramón Gómez de la Serna, muy conocido por su interpretación metafórica de la realidad (mediante pensamientos o frases breves que asocian ingeniosamente conceptos y palabras y que él denominó "greguerías"). Junto a él, destaca la obra teórica de José Ortega y Gasset, con ensayos como La rebelión de las masas, La deshumanización del arte y revistas como la Revista de Occidente. Se produce una ruptura con toda la literatura anterior siendo, a su vez, el punto de partida para autores como Rafael Alberti, Federico García Lorca y demás compañeros de generación. En este movimiento se incluyen muchas corrientes poéticas conocidas como ISMOS:
 El
futurismo rompe con el pasado y canta la belleza de la moderna civilización (la velocidad, la técnica, las máquinas, el deporte…).  El
dadaísmo propugna la fantasía, la irracionalidad, la incoherencia y el rechazo de la lógica, como lo haría el lenguaje de un niño.  El
ultraísmo se define por el deseo de escandalizar y por la libre asociación de imágenes. Arte irracional que funciona como un juego disparatado sin reglas que limiten la imaginación del poeta.  El creacionismo propone la imagen como germen del poema, el poeta no busca imitar la realidad sino crearla dentro del poema.  El surrealismo piensa que es posible alumbrar un hombre nuevo, pues la cultura occidental ha mutilado al hombre con la razón: hay que alumbrar la realidad que subyace bajo la razón y para ello exalta la imaginación, el deseo, la infancia o el sueño. Entró en España con fuerza a partir de 1929, de la mano de Lorca y Alberti, coincidiendo con la necesidad de ‘rehumanizar’ la poesía y acercarla a las inquietudes y problemas del ser humano.
GENERACIÓN DEL 27
Esta generación está constituida por un grueso grupo de diez poetas que tienen en común la admiración por Góngora, su formación universitaria, la relación de amistad, la colaboración en las mismas revistas y la creación de una poesía que, sin dejar de ser vanguardista e innovadora, también pretende mantener vivo lo mejor de la tradición, tanto popular como culta (poetas clásicos, Bécquer, Juan Ramón Jiménez…)
La fecha de 1927 se debe a la conmemoración de la muerte del poeta barroco cordobés Luis de Góngora, cuya poesía tanto admiraron y estudiaron. Se identificaban bien con esa mezcla de lo intelectual con lo sentimental, consiguiendo un perfecto equilibrio. Estos autores consiguen enfrentar la pureza estética con la autenticidad humana, lo minoritario con lo mayoritario, lo universal con lo español, etc., todo ello asentado sobre una gran renovación métrica caracterizada por la importancia que se le da al ritmo y a los recursos métricos tradicionales.
Precisamente una de las
características distintivas del grupo es la tendencia al equilibrio entre extremos opuestos: a) Entre lo intelectual y lo sentimental. b) Entre una concepción casi mística de la poesía y una lucidez rigurosa en la elaboración del poema c) Entre la pureza estética y la autenticidad humana d) Entre lo minoritario y la inmensa mayoría. Sus poemas alternan el hermetismo y la claridad, lo culto y lo popular. e) Entre lo universal y lo español, que desemboca en la oposición entre tradición y renovación. Comparten el gusto por las innovaciones vanguardistas, pero también la admiración hacia los autores clásicos. En cuanto a la evolución o etapas del grupo del 27, según Dámaso Alonso y Luis Cernuda, se diferencian tres etapas:
1.- Hasta l927. Tanteos iniciales con notoria presencia de tonos becquerianos, rechazo del Modernismo e influjos vanguardistas. Juan Ramón les conduce hacia una poesía pura (metáfora), que origina un arte deshumanizado contrarrestado con una poesía popular (Marinero en tierra, de Alberti o Libro de poemas, de Lorca).
2.- Desde 1927 hasta la Guerra Civil. En 1927 se marca la cima y el descenso de los ideales estéticos. Se puede hablar de una comunicación más íntima y cordial con el mundo y con el lector, como es el caso del Romancero gitano de Lorca. Con la aparición del Surrealismo, pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre (amor, ansia de plenitud, problemas existenciales). Es una época de poesía humana y apasionada. Se introducen acentos sociales y políticos. Destacan libros como Sobre los ángeles (Alberti), Poeta en Nueva York (Lorca) y Los placeres prohibidos y Donde habite el olvido (Cernuda).
3.- Época de la posguerra. Tras la Guerra civil y la muerte de Lorca, (salvo Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego), el grupo se exilia y cada uno sigue un rumbo poético sin abandonar los caminos de la poesía humana. Se aprecia una poesía con carácter testimonial, mostrando la nostalgia por la patria perdida y el desarraigo. La concesión en 1977 del Premio Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre es la confirmación de la plenitud poética de un grupo que ha dado una nueva Edad de Oro a la lírica española. POETAS DEL 27 El grupo está formado por los siguientes poetas: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936) Nacido en Fuentevaqueros (Granada), es quizá el autor literario español más importante del siglo XX. En la Residencia de Estudiantes entró en contacto con los intelectuales más importantes de nuestro país, influyendo en la obra pictórica de Dalí o en la cinematográfica de Buñuel. Se interesó por la música y la pintura, aunque alcanzó su mayor éxito en la poesía y el teatro. Murió fusilado cerca de Granada a causa de su apoyo a la República. Dejando aparte su obra dramática, su poesía presenta las siguientes etapas: PRIMERA ETAPA: Comienzos modernistas (Libro de poemas) y poemas de gran sencillez formal, con evocaciones de la infancia como paraíso perdido (Canciones). Sin embargo, la mayor hondura la consigue en obras sobre la Andalucía trágica: Poema del cante jondo (se encuadra dentro de la poesía neopopular, con romances, canciones, estructuras paralelísticas y ritmo musical), y Romancero gitano (obra dominada por la frustración y el destino trágico, el alma de Andalucía, pero también una visión mítica de la vida humana. Destacan las metáforas y adjetivación sensoriales). SEGUNDA ETAPA: Poeta en Nueva York refleja con técnica surrealista la experiencia de su viaje a Nueva York en 1929: imágenes irracionales, enumeraciones caóticas..., que reflejan una civilización materialista y una crítica a la deshumanización, la pobreza, la insolidaridad de las grandes aglomeraciones urbanas. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es una elegía de más de doscientos versos dedicada al torero y amigo, muerto en la plaza de Manzanares. Destacan las doloridas imágenes irracionales, las personificaciones y sinestesias. Otras obras son Diván del Tamarit (poemas de un lirismo intimista y atormentado en los que utiliza los moldes de la poesía árabe clásica llamados gacelas y casidas), Seis poemas galegos y Sonetos del amor oscuro (amor oscuro = ímpetu ciego del amor; está presente no sólo el amor de los sentimientos y del corazón, sino el amor de la carne).
LUIS CERNUDA (1902-1963) Es el más becqueriano, romántico, sentimental y apasionado de esta generación. En Placeres prohibidos (1931) se nota el influjo del surrealismo en las imágenes oníricas; expresa sus problemas íntimos, derivados de su condición de homosexual, y su ansia de amor sin trabas. Donde habite el olvido (1934), cuyo título procede de un verso de Bécquer, presenta una poesía intimista y austera, con escasa adjetivación y en busca de la naturalidad; expresa su desolación ante el desfase entre sus anhelos y la realidad. En 1936 reúne toda su poesía bajo el título de
La realidad y el deseo, palabras que recogen el conflicto central de su vida, el anhelo de realización personal y libertad amorosa frente a las limitaciones impuestas por el entorno social. Esta obra fue objeto de varias ediciones, en las que va incorporando su producción del exilio: Las nubes (aborda el problema de España y la guerra desde la distancia del exilio), Vivir sin estar viviendo y Con las horas contadas (obra de nostalgia, de recuerdos, regida por la obsesión por el paso del tiempo) y Desolación de la quimera, la última, de 1962, testimonio de marginación y desarraigo un año antes de morir. Los principales
TEMAS de su poesía: la pasión amorosa, la soledad, el hastío, la añoranza de un mundo más habitable, la exaltación de la belleza. Y, ya en la madurez, la nostalgia y el recuerdo de España, reflexión sobre el paso del tiempo, la vejez y la muerte, y una visión más contemplativa del amor. RAFAEL ALBERTI (1902-1999) Desde un punto de vista cronológico, en la poesía de Alberti, se aprecian las siguientes etapas: a) Comienzos neopopularistas: En Marinero en tierra, recuerda el paraíso perdido de su infancia en Cádiz. Formalmente está inspirado en la poesía tradicional: estructuras paralelísticas, estribillos, anáforas, repeticiones, octosílabos, a veces mezclados con versos más cortos. b) Barroquismo y vanguardia. En Cal y canto trata temas del mundo moderno: un billete de tranvía, un portero de fútbol. El lenguaje es muy elaborado y los poemas resultan difíciles. c) Surrealismo. En Sobre los ángeles, reflejo de una crisis personal experimentada hacia 1929, el poeta expulsado del Paraíso, vaga sin esperanzas por un mundo sin sentido, acosado por "ángeles malos o buenos" que representan sus obsesiones. La versificación es variada, desde versos cortos hasta largos versículos. d) Poesía comprometida. Durante la República escribió poesía comprometida o de tipo social (Poeta en la calle) e) En su exilio, se mantiene viva la preocupación social, también está presente en muchos de sus poemas la nostalgia (Retornos de lo vivo lejano y Baladas y canciones del Paraná). VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984) Galardonado con el Nobel en 1977, distinguiremos en su obra tres etapas: Poesía anterior a la Guerra Civil: Formalmente, utiliza el verso libre, tiene influencias vanguardistas y cultiva la poesía pura y el surrealismo. Dos títulos fundamentales: Espadas como labios (cuyo tema central es el amor como fuerza destructora, como pasión hacia la tierra) y La destrucción o el amor (expresa con un tono frecuentemente pesimista el ansia del poeta de fusión con la naturaleza). Poesía de posguerra: Sus versos tienden hacia la meditación, a la sobriedad, y buscan la naturalidad expresiva, el tono coloquial. Sombra del Paraíso (1944), tras la Guerra Civil, supuso para la poesía española el resurgimiento del surrealismo de preguerra (poesía desarraigada). Evoca desde la angustia presente (la cruda posguerra) el paraíso anterior a la aparición del hombre en la Tierra, el edén bíblico, el mundo de los sueños infantiles, pero también el mundo incontaminado. Historia del corazón (1954) supone una rehumanización de su poesía. El poeta se reconoce en los demás y el ser humano pasa al primer plano desplazando a la naturaleza. Son ahora claves conceptos como solidaridad, lucha, esfuerzo, colectividad (poesía social). Poesía de senectud: En Poemas de consumación (1968) predomina la reflexión y la meditación; el poeta aborda el tema del fin de la vida, que siente próximo; concibe la muerte como una integración con el cosmos ("bajo la tierra respiraré la tierra"). Ante el hecho de la muerte, no hay angustia, ni sentido religioso, sino simple aceptación de la misma. PEDRO SALINAS (1891-1951) Inicialmente cultivó una poesía influida por el vanguardismo, que se manifestó en la predilección por los objetos de la vida moderna: el automóvil, el cine, la luz eléctrica.
En su época de plenitud el tema central de su poesía es el AMOR:
La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento (títulos tomados de un verso de la Égloga III de Garcilaso, de la literatura medieval y de la Rima XV de Bécquer, respectivamente). En el exilio, su poesía adquiere unos tintes más dramáticos y preocupados (como por ejemplo el poema "Cero", sobre la bomba atómica). Su último libro, Confianza (1955), es el recuerdo gozoso de la existencia vivida.
JORGE GUILLÉN (1893-1984) Es el máximo representante de la poesía pura. Sus dos obras mayores son Cántico y Clamor. Cántico tiene como tema el entusiasmo ante el mundo, la exaltación de la vida. El poeta disfruta con la contemplación de todo lo creado; el poeta dice: "El mundo está bien hecho". Clamor, en cambio, da testimonio del dolor y del mal: injusticias, miserias, guerras; ahora dirá: "Este mundo del hombre está mal hecho". Utiliza un lenguaje muy concentrado, y recurre a estrofas tradicionales basadas en versos breves.
GERARDO DIEGO (1896-1987) Sus obras suelen clasificarse en dos grupos: a) Poesía de creación. También denominada "absoluta", de carácter vanguardista: son los años del ultraísmo y del creacionismo (verso libre, imágenes inesperadas, poema como objeto visual). Libros como Imagen y Manual de espumas. b) Poesía de expresión o poesía tradicional. Llamada también poesía "relativa", enlaza con la lírica tradicional e incluye obras como El romancero de la novia (1918), Versos humanos (1925) y Alondra de verdad (1941); la métrica que utiliza es la clásica: romances, sonetos, décimas... DÁMASO ALONSO (1898-1991) Está considerado como el principal crítico de la Generación del 27. Sus estudios de Estilística son muy apreciados. Como poeta está a menor nivel que sus compañeros de Generación. Comenzó dentro de la poesía pura, pero su mejor obra, sin duda, es Hijos de la ira (1944), obra fundamental en la posguerra española. Es una obra de "poesía desarraigada"; el mundo "es un caos y una angustia; la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla". Es una poesía existencial, pues, un grito de protesta contra las injusticias, el odio, la crueldad. El poeta pregunta a Dios sobre el sentido de tanta podredumbre. Es una obra escrita en versículos. EMILIO PRADOS (1899-1962) Hombre de preocupaciones sociales, su madurez literaria le llega en la República y la Guerra Civil, con Andando, andando por el mundo (1935) y Llanto de sangre (1937), aunque su libro fundamental es Jardín cerrado (1940-1946), ya en su exilio mejicano. MANUEL ALTOLAGUIRRE (1905-1959) Es el poeta más espiritual e intimista de esta generación, con inclinación a los versos cortos y las estrofas tradicionales. Sus mejores obras son anteriores a la Guerra Civil, cuando editaba revistas literarias. Ya en el exilio, se dedicó más al cine como guionista, productor y director. 4. MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942) Alicantino de formación autodidacta, supone un extraordinario epígono de la generación del 27, de ellos adquiere su fascinación por Góngora en los comienzos de su poesía. Con El rayo que no cesa (1934), mayoritariamente en sonetos, consigue conmover al lector con los temas del amor, la vida y la muerte. Su compromiso político a favor de los valores republicanos sustenta
Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1937-1939), dedicado a Pablo Neruda. Ya en la cárcel, donde moriría de tuberculosis, desgarra la angustia y la sinceridad de su Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941).
LA LÍRICA ESPAÑOLA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70
AÑOS 40: LA POSGUERRA
Al terminar la Guerra Civil en 1939, la dictadura del general Franco apoya al bando fascista sin llegar a participar abiertamente en la II Guerra Mundial. La derrota de Hitler en 1945 deja a España en el aislamiento internacional más absoluto, agravando la situación económica de penuria y dura represión política contra los enemigos del régimen recién instaurado.
Interrumpidas todas las tendencias culturales y artísticas previas a la guerra, con algunos grandes autores desaparecidos y muchos otros exiliados, la poesía se desarrolla en tres principales tendencias:
 Poesía arraigada. Un grupo de poetas se decantó por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje; con un lenguaje sereno y clásico que evitaba las referencias al dolor del momento. Se trata de una poesía esteticista y de evasión, con gran dominio de la técnica, a la que Dámaso Alonso denominó
"poesía arraigada" porque se mantenía apegada a sus raíces, ofrecía una visión positiva del mundo y obviaba la dura realidad española del momento. Principales representantes: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco.  Poesía desarraigada. Contra esta visión esteticista y de evasión, reaccionan una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido
humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española de la época ("poesía desarraigada" la llamó Dámaso Alonso). Renace la idea de poesía como comunicación, que busca compartir con el lector problemas comunes. TEMAS: la angustia histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte...). Fecha clave es el año 1944, en que se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso ("Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres") y Sombra del Paraíso, de Vicente Aleixandre. Otros representantes: Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.  Postismo (De la abreviatura de Postsurrealismo). Fundado en 1945 por Carlos Edmundo de Ory, entre otros, enlaza con la poesía de vanguardia: libertad expresiva, imaginación, importancia de lo lúdico… plantean una rebeldía subjetiva, antiburguesa, pero sin caer en la angustia existencialista de otros.
AÑOS 50: POESÍA SOCIAL Franco esgrime su anticomunismo soviético para lograr la aceptación de EEUU y su ingreso en la ONU como miembro de pleno derecho en 1955. Esta legitimación internacional de la dictadura, así como las ayudas e inversiones que empezaban a llegar, despiertan las conciencias de quienes pensaban que la dictadura no se consolidaría.
En ese sentido, a finales de los años 40 surge una nueva corriente poética, la
poesía social. Se caracteriza por una mirada centrada en el exterior que contempla las desigualdades e injusticias sociales. A través de su poesía los autores intentan denunciar dichas situaciones, situando los problemas humanos en un marco social. Es, pues, un arte comprometido que antepone la ética a la estética y se pone al servicio de la denuncia y del cambio social. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la «poesía desarraigada». En cuanto a la
temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto (más político). Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un «realismo crítico», se sitúan temas concretos que resultan paralelos a los que vemos en la novela y en el teatro de la misma tendencia: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor…Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial, pues va dirigida «a la mayoría» (por contraposición a «la inmensa minoría, siempre», de Juan Ramón). Las tres figuras relevantes de este periodo son:
Gabriel Celaya (1911-1991). Sus comienzos surrealistas previos a la guerra y como poeta desarraigado a finales de los 40, le llevan a la temática social en libros como Las cartas boca arriba (1951) o Cantos iberos (1955).
Blas de Otero (1916-1979). Poeta de gran calidad, enorme fuerza expresiva, dominio de la forma sonora e intensa profundidad temática. Como poeta desarraigado destaca con Ángel fieramente humano (1950), pero es su etapa de poesía social donde ofrece su mejor obra. En Pido la paz y la palabra (1955) emplea un verso sencillo, a menudo libre y de aire popular, en el que con un lenguaje directo expresa sus deseos de paz, libertad y justicia, en clara alusión crítica a la situación política dictatorial de España.
José Hierro (1922-2002). Se inicia también en la "poesía desarraigada" de amargura e inquietudes existenciales, pero desde los años 50 cultiva una poesía social que no descuida la riqueza del lenguaje ni el valor estético de los poemas (Cuanto sé de mí, 1959). AÑOS 60: POESÍA DE LA EXPERIENCIA La dictadura de Franco logra por fin un gran desarrollo económico y cierta modernización como país industrializado, pero la influencia del turismo extranjero, el contacto con el pensamiento y la cultura europeos o el creciente descontento por las prohibiciones y la falta de libertades, obligan al régimen a tomar algunas medidas de liberalización, como la Ley de Prensa de 1966.
A finales de los cincuenta apareció un grupo de poetas conocidos hoy como la
Promoción de los sesenta que, sin dejar los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal. Para ellos el poema es un instrumento que permite al ser humano y, por tanto, al poeta— conocer el mundo, conocerse a sí mismo. Comparten con la generación anterior su inconformismo, pero se diferencian en su escepticismo, no creen del todo en la capacidad real de ese arte comprometido para cambiar la sociedad. Se puede establecer una
temática común a todos ellos, casi siempre relacionada con la intimidad del poeta, con su "experiencia personal": - la reflexión sobre el paso del
tiempo (el tiempo pasa y destruye; solo la infancia y la adolescencia se verán como un paraíso perdido); - el
amor como cauce del erotismo y la amistad; - la reflexión sobre la
creación poética; - en algunos poemas tratan asuntos de tema social y político, pero tratados con ironía, un cierto distanciamiento autocrítico y una mayor perfección estilística.
En el estilo es muy visible que el lenguaje conversacional, «hablado», es compatible con una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido. Por un lado, no les tientan las experiencias vanguardistas, y por otro, rechazan por igual el patetismo de los desarraigados o el prosaísmo de los poetas sociales. Frecuentemente recurren al empleo de la ironía. Los más representativos:
Ángel González (1925-2008). La denuncia cada vez más cargada de ironía y el tono conversacional en la recuperación de lo íntimo y lo amoroso se aprecian en su obra Tratado de urbanismo (1967).
Jaime Gil de Biedma (1929-1989). Cronista desencantado y amargo de la vida burguesa, con gran ironía y a veces nostalgia, es capaz de alcanzar pasajes de gran emoción con un lenguaje antirretórico y un tono coloquial, como en Poemas póstumos (1968).
José Ángel Valente (1929-2000). Figura cada vez más valorada por la hondura existencial de sus versos, el rigor de su lenguaje poético evocador y su fuerza comunicadora.  Otros:
Francisco Brines (1932), Claudio Rodríguez (1934-1999)... AÑOS 70: LOS NOVÍSIMOS El agotamiento del régimen se precipita con la vejez del dictador, en medio de gravísimos problemas económicos a raíz de la crisis mundial del petróleo, la apropiación del Sáhara español por parte de Marruecos, los atentados terroristas de ETA, etc. La muerte de Franco tras larga enfermedad en 1975 desembocó en la restauración de la Monarquía y en la instauración de un régimen democrático de tipo parlamentario.
La generación de jóvenes poetas que se da a conocer en estos años de cambio es conocida como
los novísimos, a raíz de una antología de José Mª Castellet titulada Nueve novísimos poetas españoles (1970), en la que se incluía a Pere Gimferrer (1945), Leopoldo Mª Panero (1948), Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), Antonio Martínez Sarrión, José Mª Álvarez, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero y Ana Mª Moix. De actitudes inconformistas y disidentes en lo político, sus preocupaciones literarias son fundamentalmente estéticas, defienden la
autonomía del arte y manifiestan un extremo cuidado del lenguaje. Para ello, su principal herramienta será la experimentación, al estilo del Modernismo (gusto por lo exótico, por el ritmo del lenguaje, por el léxico culto), de las vanguardias (escritura automática, uso del collage) o de los movimientos marginales de los años cuarenta (postismo). Se trata de un grupo de personas nacidas después de la guerra, de la generación del 68, con una nueva sensibilidad que principalmente les nace de dos
fuentes culturales: a) Su amplia educación literaria, que les lleva a conocer y dejarse influir por poetas hispanoamericanos (César Vallejo, Octavio Paz), españoles de generaciones anteriores (Cernuda, Aleixandre; Gil de Biedma, Valente), poetas extranjeros (el inglés TS Eliot, el griego Cavafis, los surrealistas franceses André Breton y Louis Aragon).
b) Su extenso bagaje cultural relacionado con los medios de comunicación de masas, que explica su interés por los mitos del cine (Marilyn Monroe, Groucho Marx…, la radio, el cómic, la música jazz, folk, rock…(Los Beatles, Bob Dylan…. ).

LA LÍRICA ESPAÑOLA DESDE LOS AÑOS 70
HASTA NUESTROS DÍAS
La muerte del dictador Franco en 1975 y el triunfo de los sectores moderados que abogaban por un sistema democrático al estilo de las naciones occidentales de nuestro entorno, condujeron a una transición política liderada por el nuevo jefe de estado, el rey Juan Carlos I y el político centrista Adolfo Suárez (1976-1981), elegido presidente del gobierno tras las primeras elecciones democráticas en 1977 hasta su dimisión en 1981 (le sucede el vicepresidente Leopoldo Calvo Sotelo).
Mientras el gobierno socialista de Felipe González (1982-1996) afronta las reformas necesarias para la modernización social y económica del país y así acceder a organismos internacionales como la OTAN o la CEE, en la literatura la influencia de los novísimos resulta visible en las tendencias poéticas que se desarrollan en España en los años setenta, ochenta y noventa:
 Corriente
culturalista. Se interesa por sucesos o personajes de la historia de la cultura, recreando a veces en forma de monólogo dramático los mitos griegos, bizantinos o de las culturas orientales. Representada por Antonio Colinas. o Corriente clasicista. Se trata de una variante de la anterior, más centrada en los clásicos españoles del XVI y XVII (Garcilaso, Góngora…, que rescata las formas métricas y el estilo literario de aquella época (sonetos, liras, silvas… sin renunciar a la parodia y el humor, desde el respeto y el conocimiento profundo por parte de autores como Luis Antonio de Villena, Antonio Carvajal, Jaime Siles o Luis Alberto de Cuenca.  Corriente
experimental. Entronca con el postismo y las vanguardias a través de los novísimos, para buscar una poesía visual y de collages. Son abundantes los poetas que la practicaron: José Miguel Ullán, Guillermo Carnero, Jenaro Talens, César Antonio Molina, Fernando Millán…o Corriente surrealista. Variante de la anterior que se centra en la escritura automática, las rupturas sintácticas y la sucesión de imágenes aparentemente absurdas, de inspiración irracional y clara influencia vanguardista, postista y de los novísimos. Representada por Blanca Andréu, Fernando Beltrán, Miguel Velasco o Amalia Iglesias.  Corriente
metapoética. Se indaga en la naturaleza y en la esencia de la poesía, con el minimalismo de un lenguaje sencillo, próximo a la poesía pura y con referencias a la poesía oriental. Cultivada por Jaime Siles, Jenaro Talens, Guillermo Carnero.  Poesía
erótica. Escrita por mujeres, de gran belleza y diversidad de personalidades, destacan Ana Rossetti, Juana Castro y Almudena Guzmán.
Poesía de la experiencia. Corriente urbana de tono menor que se caracteriza por su temática cotidiana, su visión crítica de la sociedad actual y un tratamiento a menudo humorístico. Con influencias de Cernuda y Gil de Biedma, el yo poético de estos autores se convierte en elemento central (más comunicativo, no elitista), incluso se recrea artísticamente y forma parte de la ficción, logrando aunar el realismo social de los años cincuenta con el simbolismo emotivo de principios de siglo. Los mayores representantes son los granadinos Luis García Montero, Javier Egea, Álvaro Salvador, y también destacan Felipe Benítez Reyes, Miguel D’Ors, Jon Juaristi, Benjamín Prado o Luis Muñoz, entre muchísimos otros. A pesar de su inmenso éxito editorial y mediático hasta mediados de los noventa, en los últimos años han ido alejándose de sus rasgos esenciales, a medida que eran contestados y caricaturizados, tanto en lo temático (copas, bares, contactos amorosos, paso del tiempo, desengaños, elogio del fracaso) como en lo formal (liviandad, soporte figurativo, antivanguardismo, tono acanallado, humorismo efectista).
o Poesía intimista. Con el minimalismo y la preocupación por el tono y el ritmo del poema, se trata de una poesía que evita la solemnidad, la trascendencia o la sacralización de la palabra, y se decanta por la mirada y la memoria del poeta. Representada por Álvaro Salvador, Antonio Jiménez Millán o Juan Lamillar. En el siglo XXI, con la integración en la renovada Unión Europea de la moneda única durante el gobierno conservador de José Mª Aznar (1996-2004), se produce un desarrollo económico y demográfico sin precedentes en la historia de España, cuyas causas principales fueron el turismo, la construcción de viviendas, la creación de modernas infraestructuras de transportes y la incorporación a nuestro mercado laboral de más de cinco millones de personas inmigrantes en apenas una década. El período de expansión se prolonga aún durante la primera legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), pero se paraliza tras la crisis económica mundial de 2008 y el fin de la burbuja inmobiliaria en España.
La irrupción de internet y demás tecnologías de la información y la comunicación aumentan la sensación de estar ante una época individualista en la trayectoria de los poetas, sin "consignas" sociales y con una abrumadora diversidad de tendencias. La divulgación y democratización de la cultura y la literatura han alcanzado niveles jamás conocidos a través de una proliferación editorial y de concursos literarios, el fenómeno cada vez más extendido de la autoedición, la publicación de arbitrarias antologías de poetas a menudo efímeros, la aparición diaria y virtual de blogs poéticos que ofrecen una inabarcable relación de poetas más o menos conocidos, poetas jóvenes, mujeres ‘poetas’, la siempre vigorosa poesía hispanoamericana, etc.
Sin embargo, y con la prudencia a la que obliga la escasa distancia temporal, la crítica parece reconocer mayoritariamente desde los años noventa una tendencia generalizada en la poesía (como ocurre paralelamente con la novela y el teatro) a alejarse del vanguardismo más exaltado y recuperar como elementos centrales el realismo y la emoción (de ahí el gusto por las formas tradicionales y la expresión de la intimidad). Destaca, por su espíritu crítico y combativo contra la actual globalización capitalista, la corriente ambiguamente denominada
poesía de la conciencia, o nueva poesía social, representada por Jorge Riechmann, Antonio Orihuela o Enrique Falcón. Fuentes: Anaya, Editex, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Wikipedia, web personal de algunos autores.
Ceguera
Ahora que el dolor y los nombres de los heridos y los muertos dejan paso a las preguntas, la necesidad de explicaciones y las reparaciones, ahora, que es el momento para que hablen los políticos y los gobernantes (y no antes, cuando la atención y las medidas debían centrarse en las víctimas), ahora es el tiempo para reflexionar sobre los porqués. No el mayor y más desgarrador, por qué a esa hora, por qué ese hombre, esa muchacha, por qué el fin de una vida joven y sin culpas mayores. No existe razón para ninguno de esos doscientos muertos, ni para la amputación bárbara de pies y manos, ni para el recuerdo perenne de los vagones retorcidos. No la hay, salvo que la vida es imprevisible y cruel pese a nuestras construcciones imaginarias y nuestros consuelos de rutina y tranquilidad, que sabemos que habrá un fin pero no tenemos el menor poder para preverlo o atenuarlo.
Sin embargo, si como algunas de las pruebas apuntan, como la mayor parte de los diarios internacionales parecen creer, nos encontramos frente a un atentado islamista, habrá otros porqués; los terroristas habrán pasado por alto las manifestaciones populares, el no a la guerra de hace un año, para vengarse de la decisión política que se tomó sin escuchar el rechazo general, y eso nos los hará aún más crueles y sanguinarios. Como españoles, la mayor parte de nosotros podíamos comprender el odio y el ataque a los estadounidenses, no hacia nosotros. Pero nada real hicimos para detener esa guerra. No exigimos un referéndum, no se paralizó el país durante días, ni siquiera se censuró esa política en las elecciones municipales. Quizás porque la catarsis de las manifestaciones masivas nos dejó satisfechos, quizás porque tradicionalmente somos un pueblo pasivo, resignado a los tejemanejes políticos y poco participativos. Quizás porque las posibilidades de inversión en Afganistán e Iraq eran tan interesantes que no se podía prestar atención  a ninguna queja.
Fuimos parte agresora en esa guerra, con una actitud muy similar a la de los americanos; lamentábamos las víctimas, pero se libraba lejos de nuestro territorio. Y la percepción de sentirnos en contra, de habernos mostrado en contra, nos hacía desvincularnos de las decisiones políticas, como si los españoles que colaboraban con Inglaterra y EE UU no fuéramos nosotros.
Lo éramos, y al participar en esas matanzas nos pusimos en peligro. Nunca se entra en una guerra impunemente. Nada puede justificar una muerte, pero por ello mismo todas las muertes son iguales. La del afgano y la del Pozo. La del niño iraquí y la del bebé número 199.
No nos lo merecíamos, pero no somos una sociedad inocente. Sí ciega, sí poco reflexiva, sí ensoberbecida con nuestros pequeños logros en el mundo. Michael Moore, en sus dos ensayos sobre la política estadounidense habla de cómo los americanos no acaban de entender por qué el resto del mundo les odian. Nosotros, al parecer, tampoco lo comprendemos: por desgracia, por nuestra culpa, tienen muchas razones.              
            Espido Freire (LA RAZÓN)






RESUMEN
Es un artículo de opinión, publicado en el diario LA RAZÓN, en el que Espido Freire expresa sus opiniones y comentarios sobre las causas y consecuencias de los atentados de Madrid, ocurridos el 11 de marzo de 2004. Espido Freire, partiendo de la hipótesis del terrorismo islámico como autor material de los atentados que costaron la vida a doscientas personas, llega a la conclusión de que la sociedad española, aunque no merecía en absoluto la barbarie sangrienta de los atentados, no es una sociedad inocente a causa de la participación española en las invasiones de Afganistán y, sobre todo, en la de Iraq, promovidas principalmente por el gobierno estadounidense.
El tema de este artículo periodístico de opinión es el de la responsabilidad última de la sociedad española en los atentados sangrientos del once de marzo, a causa de su intervención en la guerra de IRAQ y, a pesar de las manifestaciones y protestas de buena parte de los ciudadanos españoles contra la intervención en dicha guerra.
El tema ya señalado se organiza en el texto según la estructura típica de los textos argumentativos y de la mayoría de los artículos de opinión que suelen aparecer publicados en los periódicos:
INTRODUCCIÓN (primer párrafo del texto). El autor, en este caso concreto autora, señala el tema que va a tratar en el artículo, adelantando a menudo su punto de vista y su opinión: Varios días después de los atentados terroristas de Madrid es el momento de preguntarse el porqué de los doscientos muertos, aunque la razón humana no encuentra una explicación lógica que sea válida.
DESARROLLO (párrafos 2, 3 y 4). La autora expone sus opiniones, ideas, argumentos... acerca del tema señalado en la introducción: Sin embargo lo dicho en el primer párrafo, si se trata de un atentado islamista, se debe a un sentimiento de odio y de venganza por la participación española en la guerra de Iraq (a pesar de la movilización popular contra la guerra) (párrafo 2)
Los españoles, quisiéramos o no quisiéramos, fuimos parte de la guerra (párrafo 3)
Esta participación nos puso en peligro de sufrir atentados. Con ello se igualarían las muertes: el niño iraquí fallecido en un bombardeo, con el niño madrileño que viajaba en un tren (párrafo 4)
CONCLUSIÓN (último párrafo). La autora cierra el artículo con una idea o argumento que sirve de conclusión o tesis final del artículo: La sociedad española no es inocente; aunque los españoles no lo comprendan, en el resto del mundo tienen razones para odiarnos.
COMENTARIO CRÍTICO
En la prensa diaria, dentro de los llamados géneros de opinión, suelen escribir "columnas" habituales o artículos sueltos y ocasionales, escritores, pensadores e intelectuales. Este es el caso de la novelista Espido Freire, una de las figuras más relevantes de la narrativa actual, que aquí expresa sus reflexiones sobre los atentados del once de marzo, pocos días después de que hubieran sucedido.
Este artículo presenta la estructura típica de los textos argumentativos: es decir, comienza por una introducción al tema tratado (el dolor por las víctimas de los atentados no debe impedir una reflexión racional sobre el terrorismo islámico), continúa con una exposición o desarrollo de argumentos (la participación española en la guerra de Iraq ha provocado sentimientos de odio y venganza en el mundo musulmán) y cierra el artículo con una conclusión: la sociedad española no es inocente, a pesar de las protestas y movilizaciones contra la guerra de Iraq y la política belicista de Bush, Blair y Aznar.
Se deduce por el tono en que está escrito el artículo que la autora formó parte de las voces que se alzaron contra la invasión de Iraq y el imperialismo norteamericano, y aunque comparto buena parte de los motivos que impulsaron estas movilizaciones, no por eso dejo de estar en desacuerdo con algunos de los argumentos de Espido Freire. El mundo islámico es muy extenso (casi mil millones de personas lo componen) y si resulta exagerado afirmar que los musulmanes odian a España por su participación en la guerra de Iraq, mucho más que este supuesto odio forma parte de las causas que provocaron los atentados del Once de Marzo. Porque la población islámica es muy numerosa (un tercio de la humanidad, aproximadamente) y la mayoría de sus creyentes, a pesar de los cerrados principios religiosos que obedecen, a pesar, incluso, del sentimiento de odio que pudieran sentir algunos hacia EE.UU., Israel, Gran Bretaña o España, no por eso deben considerarse sospechosos de cómplices con el terrorismo salvaje de Al Qaeda, organización que seguramente la mayoría de los musulmanes rechaza y maldice.
Argumentos, como el sostenido por Espido Freire, equivalen a afirmar que el supuesto odio de los vascos hacia España es la principal causa del terrorismo etarra, y que además la sociedad española no es inocente de los atentados porque, en su gran mayoría, comparte la lucha policial y la persecución implacable, pero democrática contra ETA. La sociedad española al igual que la sociedad islámica son inocentes de los atentados del Once de Marzo. Éstos fueron el sangriento resultado de la mente perversa de un grupo criminal. Bien es cierto que en nada beneficia la política imperialista, ultraconservadora y militarista de George Bush, ni los oscuros intereses que las multinacionales norteamericanas y británicas mantienen con el petróleo que se extrae en Iraq. Pero en esos asuntos los españoles somos inocentes.
Finalmente, debo decir que comparto con la autora de este artículo la necesidad de hallar una explicación seria, racional y coherente de las causas del Once de Marzo, más que nada porque de ello depende que no haya más víctimas inocentes entre la población, que la convivencia entre la sociedad española y la islámica se mantenga en libertad, tolerancia y respeto mutuo de la pluralidad de ideas, sentimientos y creencias.
EL ÁRBITRO
 
Se ha dicho que el partido de fútbol ideal es aquel que se gana con un penalti injusto fuera del tiempo reglamentario. El error constituye la esencia de este deporte, generalmente aburrido, que utiliza la mayor parte de los noventa minutos de juego en un insulso peloteo en medio del campo, carente de emoción. Solo el error clamoroso del árbitro es capaz de encender el fuego en las gradas, que al día siguiente llenará de disputas, de burlas y de gritos las oficinas y las barras de los bares. Aparte de esto, es el único deporte que muestra ante el público el vigor de un veredicto inapelable. En la vida ordinaria cualquier acción ante la justicia tiene posibilidad de recurso. El delito tiene mil formas de escabullirse o de aplazar la sentencia y el agravio puede tardar años en ser reparado. Solo en el fútbol sucede un hecho ejemplar. A estos futbolistas de élite, divos multimillonarios con novias espectaculares, con escudería de ferraris y maseratis, miles de fanáticos que les piden autógrafos y niñas adolescentes que se arañan el rostro al verlos de cerca y se agolpan para arrancarles los botones y llevárselos de recuerdo, he aquí que un árbitro, ante una simple protesta, les muestra la tarjeta roja, les manda a la caseta y ellos agachan la cabeza y obedecen. Solo en el fútbol sucede que el acta redactada por el árbitro, en general, sea la primera y última instancia acatada por las autoridades deportivas. De otro lado, el árbitro concierta todas las iras del público y asume los insultos, blasfemias y desplantes que el subordinado no puede lanzar contra su jefe en la oficina o en la fábrica. Cuantos más errores cometa el árbitro más limpios y purificados por dentro salen del campo los espectadores al final del partido. Me gustaban más los árbitros cuando vestían de negro. Ese atuendo era más acorde con el efecto expiatorio que tienen atribuido por la sociedad. Hay partidarios de introducir la tecnología en el terreno de juego, pero si el fútbol es un deporte todavía excitante se debe al elemento irracional que introduce el árbitro con esa sensación de que su error en el penalti puede desencadenar un cataclismo en el universo. No hay nada más ejemplar que esta justicia expeditiva: error, tarjeta roja y a la calle. Atrévase usted a hacer eso con su jefe.
Manuel Vicent, EL PAÍS 04/07/2010 
 



















RESUMEN:   Manuel Vicent, en este artículo publicado en EL PAÍS, reflexiona sobre las diferentes repercusiones de los errores arbitrales, no solamente desde un punto de vista estrictamente futbolístico (lo que ocurre en estadio), sino también sociológico: las reacciones emocionales del público y de los hinchas, así como la función del árbitro de fútbol en el mundo del siglo XXI.
TEMA:  El tema de este artículo es la cuestión de  los errores del arbitraje y su influencia en el fútbol y en la sociedad.
Por otra parte, Manuel Vicent defiende una tesis contraria a la introducción de medios tecnológicos en el arbiraje futbolístico.
ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
      Este artículo periodístico de Manuel Vicent está redactado, en su estructura externa, en un sólo párrafo precedido de un titular, pero, al tratarse de un texto argumentativo, presenta una organización de las ideas basada en los siguientes elementos:
·         Primera parte (Líneas 1-6): Introducción, el autor señala el tema de su artículo: los errores arbitrales en el fútbol y añade que, en su opinión, constituyen lo más interesante y emocionante del fútbol.
·         Segunda Parte (desde la línea 6 a la 23): Desarrollo de la argumentación: el autor compara las decisiones arbitrales que suelen ser inapelables con el hecho de que en la vida cotidiana las decisiones de la justicia conocen  recursos, apelaciones, aplazamientos... También señala el hecho de que los futbolistas, a pesar de ser millonarios, influyentes y poderosos, y el público, a pesar de su enfado, sus gritos y protestas, acaban acatando las erróneas decisiones arbitrales.
·         Tercera Parte (desde la línea 23 hasta el final del artículo) Conclusión: el autor expone su tesis: Frente a los que proponen introducir medios tecnológicos para reducir el número de errores arbitrales, Manuel Vicent piensa que precisamente el error arbitral es lo más ejemplar del deporte.
COMENTARIO CRÍTICO
El último mundial de fútbol (Sudáfrica 2010) ha puesto de moda a España en todo el planeta, más que nunca gracias a la  triunfal consecución del campeonato. Al margen del éxito deportivo de la selección española, en torno al fútbol se mueven bastantes intereses económicos y empresariales, bastantes fenómenos culturales y sociológicos, e incluso turbios manejos políticos. Todo esto hace que este deporte sea mucho más que once jugadores compitiendo contra otros once jugadores por la victoria, que supone meter una esfera de cuero dentro de tres palos clavados en el suelo y que sujetan una red.
 En primer lugar, está el público que asiste al partido en el estadio o bien lo mira a través de la retransmisión televisiva. Y este público grita y ríe y llora y se abraza, entusiasmado por el triunfo o desolado por la derrota, y ocupa las calles y plazas saltando, cantando y bailando. Pero también, en segundo lugar, está el árbitro, como muy bien recuerda Manuel Vicent en este artículo publicado en EL PAÍS en plena competición de este capeonato mundial de fútbol.
Es acertada la opinión de M. Vicent de no introducir medios tecnológicos en el arbitraje futbolístico. De mismo modo que no se plantea sustituir por autómatas o robots a Messi, a Cristiano Ronaldo, a Andrés Iniesta o a Iker Casillas porque disparen fuera la pelota en el lanzamiento de un penalti o se resbalen en un facilísimo regate o no paren ese balon que venía flojo y sin peligro alguno. Ya lo dice el proverbio latino: errar es humano. Ahí está la gracia, el atractivo de este deporte: a veces la pelota  no entra donde debiera entrar, a veces los jugadores más bajos, más torpes y más débiles pues, zas, derrotan a los más altos, los más ricos, los mejores y más fuertes.
  Ahora bien, aunque es cierto que, por lo general, no se repite un partido porque el árbitro no haya señalado un penalti clamoroso (o al contrario haya pitado un penalti que todo el mundo vio que no era) o haya anulado un gol que claramente respetaba todas las condiciones reglamentarias para haber subido al marcador; también es verdad que en el fútbol también hay apelaciones y recursos que a veces anulan los efectos posteriores a una tarjeta roja mostrada por error a un jugador, o sancionan a un árbitro por su incompetencia.
  De todos modos podría darse más autoridad al cuarto árbitro e introducir jueces de portería, para asistir al árbitro principal en los casos dudosos de que el balón entre o no entre en la portería o en otros supuestos extremos. Con ello se conseguiría una mayor eficacia arbitral pero respetando siempre la tendencia humana al error y a la clamorosa equivocación. Esa es la grandeza de la condición humana y también la grandeza del fútbol.